ISBN: 987-20719-0-X
64 páginas
$ 12000
¿Reposa el reposo que vino del desmenuzamiento,
o vuelta cosa ignota palpita aquí, en el viento?
Enrique Banchs
I.
Algo cambia, sí; y empiezo:
el sabor del mate amargo no es, siempre
el sabor de la yerba humedecida
o el tabaco, también, y esa melodía que no sigue
(en el vestuario vaporoso, de varones)
los pedaleos del alma
y jactarse, estamos, como yo, es no poder
el de la cerveza fresca: “Por favor, mozo…”
y no hay
cuando allá, la mente, sí, la mente, sigue, con esfuerzo
reuniendo los despojos
y sí, Quique
porque a mí nunca me pasa, nunca
no
helaba y ella ahí, en el frío
pensé: cuánto ímpetu, sí
en la manera de llevarlas…
duras como las que más de uno quisiera para él
pero no quiero ponerme teórico
no.
/
II.
Uno dos, uno dos, uno dos…
hay tanta fuerza en el ponerse de la coma
avivo, espero, a mis lectores de poesía
porque los lectores de poesía, los buenos, ven el alma del poeta
saben si sufre o si disfruta los trabajos del poeta el poeta
los malos, no:
ellos sólo ven el brillor de la pantera, de la cosa
no separan los tantos…: “Esto acá, esto allá”
como yo, pero ¿y?
cuanto más voy con mi “coraje”
me pierdo…
inexcusable, ¿para qué?
/
III.
Quique, fui críptico; ahora voy a ser más claro:
el avatar de la tortuga exige los rigores
de la más límpida sintaxis
que no es el caso, es obvio
de este calamo currente
por el ámbito paterno, o materno, etc., etc.
que amo, ¡sí!, pero con serias impedancias:
me envicio, pero en fin
provoco: el que no encalla en el “amor” que tire la primera piedra.
/
IV.
Vamos bien, Quique.
/
V.
Seguimos: uno dos, uno dos, uno dos
no hay porqués en los “cuadros-poesías”
los del hombre
el que hablaba seguro, con amparos…
(y él, nada: se atiene a las olas)
no se malentienda, ojo, este “vano” pormenor
mis esfuerzos auguran
devaneos de poetas, de poetisas
aunque dura, sí, la tengo, un poco
explico: es la paulatina caricia de las aguas
y algo más:
el asado, Quique, estuvo bueno, Quique
los chinchu, espectaculares
fuego, fuego faltó, parece decir Quique
en el nado.
/
VI.
¡Cuánto tedio!
en el cruce: un, dos, tres, cuatro, cinco brazadas
(antes)
el agua, hoy, es otra cosa: calentita
como eso que
de fetos
aspiramos, todo el día, completudes
el licor, mezclado, que tensa la placenta
la bolsa, que le dicen, que rompe…
ayer, no:
“¡nadá, pibe, nadá!”
(y yo tiemblo, sí, del imperio del reclamo
trago litros…)
cuando llegué:
“dame los anteojos. Y sacate el slip”.
/